BudSpencer

El barbero afila con mesura su navaja en un vaivén rítmico. El cliente le observa arropado por una toalla y con la cara blanca por la espuma. El sonido hipnotiza y los que esperan su turno mantienen la respiración. El barbero sujeta la cara que no le aparta una mirada llena de interrogaciones y de dos, tres a lo sumo cinco pasadas ya le ha rasurado. El cliente sin abrir la boca para emitir juicio o comentario, sonríe tímidamente. El barbero con un movimiento casi mecánico le aplica una loción, esparciéndola rítmicamente sobre la piel recién afeitada. El trabajo termina con propina, la ocasión lo merece, el trabajo ha sido magnifico.

¿Cuántos de nosotros en nuestros trabajos recibimos una propina? Una simple palabra de agradecimiento, un comentario halagüeño. Y no es válido comentar que no afeitamos a nadie, que no jugamos con su integridad, que no hacemos un trabajo de precisión.

¿Qué cuesta dar una propina? Y no de dinero, que es lo más efímero, si no de afecto. De acuerdo que hay trabajos monótonos, donde cada cuál hace su cometido y no hay que dar explicaciones ni nada.

Pero por mi experiencia, siempre me ha gustado sonreír a señoras de la limpieza, vigilantes jurados, conductores de autobús, taxistas, taquilleras, barrenderos. Están ahí, trabajando y si les sonríes, les sacas de la monotonía, les agradeces su trabajo, les haces importantes porque lo son y a veces no lo recuerdan, lo olvidan. Y sin ellos y sin nosotros, todo sería de otro semblante.

No siempre hay que regalar nuestra sonrisa al futbolista de moda, al cantante de éxito, al médico de élite, al científico condecorado. Cualquier persona, desde que sales de tú casa hasta que regresas, hace del mundo, del tuyo y del mío un lugar mejor para vivir.

Solo tienes que dejar tu propina de vez en cuando, no olvides que tú también estás detrás de la barra de tu vida, si no haces bien tú trabajo nunca tendrás propinas. Y si no das, ¿qué pretendes recibir? Empieza a sonreír a las personas de tu vida, no son anónimos, como tú tampoco lo eres.

Feliz día.

Rubén García Codosero

sonrisa

Por admin

Un comentario en «La sonrisa del barbero»
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