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Madrid, calle Príncipe de Vergara a la altura de Serrano. Un Porsche Panamera que deja a un pasajero es el centro de todas las miradas. Una línea deportiva, unas prestaciones fuera de lo común, un hermoso vehículo en 100 de aspectos. El problema es un precio excesivo para el 90% de los ciudadanos. Pero observarlo y deleitarse con esa belleza de la técnica e ingeniería es gratis. Por la acera se acerca un grupo de jóvenes de unos 18 a 20 años. Dudo de la edad, pues todos llevan barba de náufrago sin cuidar. Las opiniones no se dejan esperar, “Un Porsche Panamera, está mal aparcado”

Estar mal aparcado.

Ese es el kit de la cuestión, aparcar nuestro Panamera donde molesta. ¿Y dónde molesta nuestro Panamera particular? Pues allí donde no hay talento, ideas o capacidad de ilusionarse y o trabajo. Lo mismo que nuestro viaje a Ipanema, que molesta el billete de embarque, en la vitrina del aburrimiento. Son los cientos de miles de euros que hemos invertido hasta en el último tornillo del Porsche formativo, nuestra capacidad de estudio, o quizás esos miles de horas que hemos trabajado, mientras con su Dacia al uso daban vueltas en la misma rotonda.
Multar es fácil.
Bástese sacar una libreta, y tomar nota de lo que nos gusta. Si podemos rechazar lo que no nos gusta de manera más notoria, pues lo rechazamos con sorna. Valorar a las personas, por sus logros conseguidos es un acto de inteligencia. Compararnos con el éxito de otra persona, desear lo que tiene, es olvidar quienes somos. SI en vez de alabar a un grande de la historia del tenis (a sus triunfos y sacrificios te remito) como Nadal, le menospreciando como por ejemplo que es muy malo en esquí de fondo. Nos estamos convirtiendo en aquel joven iluso, que resume la proeza de la ciencia, como un vehículo mal aparcado.
Estaciona en los vados.
Estacionar en los vados, saltarse los semáforos, salir haciendo ruedas. En esta sociedad adormecida, que solo sabe de circunvalaciones, de pagar peajes o de protocolos contaminantes, prima hacer lo de los grandes. Picasso, Miguel Ángel, Dalí, Warhol, Jobs, Gates, Spielberg…. En 3 palabras.

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SALTARSE LAS REGLAS

Reglas establecidas, que alguna vez fueron pioneras, modernas y avanzadas. Pero a base de manosearlas con la rutina y la tediosa copia y pega han quedado desgastadas, como la columna de piedra a la entrada de la catedral de Santiago. Está claro que a nadie le regodeara nuestra dicha, en cambio si nuestra pesada carga. Por lo tanto no debiendo nada a nadie, no hay que grapar justificante en factura ninguna. Hace las cosas como mejor nos parece o creemos. Errar y tener el coraje para arrancar el estoque de cualquier vil situación. Para arremeter con o sin paso doble a ese miura que nos franquea el paso.

SERAS MÁS LIBRE PANAMERA

Conocerás más a tu persona. Y verás que la mayoría de las veces no hay límites, si no más que vanas barreras de pompa de jabón, que al primer pestañeo se rompe en un frágil arcoíris. Y las veces que la barrera nos hiera en el orgullo, vendaje de modestia y a coger impulso. Así cuando alguien te vea con tu Porsche al lado de la acera, verás como no se detiene en ver las cicatrices de aquellos muros en tu frente. Y sobre todo no le maldigas por su desprecio, ni te compasiones, ni le ofrezcas la limosna de una sonrisa. Ya que a la vuelta de la esquina le espera su equina vida. Eso sí cuando te vayas dile a tu Panamera ….¡Ruge!

Por Rubén García Codosero

Escritor y programador o viceversa.

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