Carótida obstruida

Puente de Mayo 2017. El pirulí (Torre España o la torre con antena de la m30 para los  Millenials) da el pistoletazo de salida (en sentido figurado) a un nuevo puente. Los madrileños nacidos aquí o de custodia compartida, salen (salimos) con los pies en polvorosa, tomando las de villa Diego. Nos vamos de esta ciudad tan contaminada en la que se talan árboles y se quitan carriles para aumentar los atascos. Y así con ello librarnos de la contaminación, dándole carta de residencia sin ningún pero.
¿Porqué huyen los madrileños o los apátridas del oso y el madroño? Puede que busquemos cielos más azules, playas por las que pasear, aunque yo me inclino a pensar que más, para liberarse de tener ojos en el cogote todo el día. Cámaras de tráfico, policía, controladores, cámaras del metro, de la calle, prohibiciones, la carótida obstruida o  demasiados semblantes serios por la calle. Puede también que ver a todo el mundo uniformado, cuya ropa con supuesto nombre inglés adorna nuestras calles. Ese bolso de Louis Vuitton replicado en cada mantero. O ese mendigo que nunca progresa excepto en el modelo de móvil que luce. Prohibiciones al fumar, al creativo, al buen gusto, al que le gustan los toros, al de los perros, al que va a lo suyo también o al que no le gusta nada.

Normalidad Obstruida

Nos han convertido en forajidos y quieren que nuestro vecino sea nuestro vigilante perjurado, nuestro alcaide y nosotros de ellos. Que miremos mal al que tira un brick fuera del contenedor amarillo, o que miremos para otro lado cuando algún personaje profana un contenedor de papel y lo carga en una desvencijada furgoneta. ¡No hay que perder los papeles! O cuando vemos comer menús a 1 euro en esas hamburgueserías de franquicia  y no nos preocupa si el infeliz se envenena. Pero si nos preocupa el escaparate de una marisquería y vemos gordo al que pide otra bandeja. Que mala es la envidia y  el aburrimiento si van de la mano, pero más grave es la incultura y la falta de conocimiento.

Personalidad Obstruida

Esa sociedad que grita arriba el pueblo, pero si voy en el lote. Y abajo el patrón si no me da un cargo de gerente para arriba.
Si es verdad que este Madrid cansa, es el dolor de cabeza de una España que quiere correr pero alguien la ata una y otra vez los cordones. Que no se corten los rabos a los perros, que no se mate al toro, que el arco del triunfo se llame Joselito o como me apetezca. Que si Gibraltar es Español o los cantos rodados de la Mancha son toledanos, que más da si tengo la razón obstruida.
Da igual que escapemos,  Madrid es paciente y abre las puertas para que todo el mundo se evada, no tiene prisa. Sabe que  con su sonrisa de nube gris cuando vuelvas, será como si nunca te hubieras ido. Los problemas nos los buscamos, los creamos y solo nosotros podemos resolverlos. Los políticos están obsoletos, algunos jefes, nuestros viejos sueños, como aquel tranvía llamado deseo. ¿Qué es lo que tu realmente deseas? Sabes que nadie va a venir a servirlo en tu mesa. La vida es un autoservicio, recuerda en estos días seleccionar bien lo que quieres hacer con tu vida, no se admiten devoluciones. ¡Feliz puente de Mayo!

Por Rubén García Codosero

Escritor y programador o viceversa.

Un comentario en «La carótida obstruida»

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