EL AS EN LA MANGA
De oca a oca y tiro porque me toca. Esa era la tónica en la última fase en la vida, que hace más de un mes vivíamos. La individualización del individuo generaba la tónica que el mundo era a nuestra imagen y semejanza. Y por ende, el mismo firmamento giraba en torno nuestro. Hasta que una buen mañana ya no caímos en la oca, sino más bien en ese puente que te arrastra a la corriente. Pero no hacia la meta (al menos que ahora sepamos) pero si a ese pozo en que te obligaban a estar varias veces sin jugar.
TRES PARTIDAS SIN JUGAR
Y he aquí que todos estamos en lo más profundo del pozo. Unos con más espacio que otros, pero todos con la misma salida y el mismo cielo. Quizás recuerdes alguna de esas películas de aventuras, en las que están atrapados en un pozo y la rotura de una tubería o la lluvia torrencial hace que el pozo se llene de agua y flotando alcanzan la superficie. El problema es que no todos saben nadar y que otros por desgracia ya han muerto. Por supuesto no vamos a usar a los muertos para hacer una pirámide y escapar o hacer una balsa y flotar sobre ellos.
SUENAN LOS DADOS
Los que están jugando fuera del pozo, ya han lanzado los dados. Nos cuenta algún vocero desde el brocal, que han tirado el dado y que siguen avanzado. Por supuesto desde nuestro encierro no vemos el transcurso de la partida, dudamos si han vuelto a la casilla de partida o si están en la casilla del laberinto. Como digo aquí abajo no nos queda más remedio que oír y creer.
DISTINTAS OPCIONES
Desde aquí nos gustaría decir a los jugadores que libres manejan el tablero, que hay otras casillas importantes, como la cárcel. Pero indudablemente que si ellos tienen un as en la manga, nosotros tenemos por decirlo así, toda la baraja y encima somos los dueños del tablero.
El hombre se adapta a todo, a lo mejor y a lo peor.
Ortega y Gasset