Hace años que naciste, en aquellos años las cosas pintaban de otra manera. Tus padres al decorar tu habitación se imaginaban un futuro para ti de lo más esperanzador. Ellos habían superado dificultades, así como también buenos momentos. De crecimiento, de posibilidades, de oportunidades. También de trampas, traiciones y emboscadas. La vida es así, complaciente o cruel. Para alguno de nosotros por desgracia, no podemos ver ya a alguno de nuestros padres o a los dos. Pero recordándolos en nuestros mejores momentos y los suyos, piensa que te dirían al verte leyendo esto en tu ordenador, teléfono o Tablet. Seguramente un comentario de los suyos, de “te vas a quedar ciego mirando la pantalla” o “todo el día mirando el aparatito” o simplemente con su mirada nos dirían todo.

Podríamos pensar que al vernos leer desde un dispositivo estas líneas, podrían creer que nos van bien las cosas. Que somos su hija/o moderno, avanzado que ya no utilizamos el papel, o podrían opinar que estamos perdiendo las buenas costumbres. En cualquier caso, cuantos de nosotros si pudiéramos, dejaríamos de leer para escucharlos, para mirarlos, para disfrutarlos.

No pretendo ser nostálgico, sino más bien dar una oportunidad a los que nos rodean. Con un minuto me sentiría contento. Me considero muy tecnológico y siempre defenderé el progreso, las nuevas tecnologías, descubrimientos, pero pensar una cosa. Solo son las personas las que comparten nuestras alegrías y momentos menos buenos.

Tomémonos unos minutos, segundos, horas libres en este día y dediquémoselas a esa persona que siempre está a nuestro lado. No va a pasar nada, no van apagar twitter, ni sacar la carta de ajuste (¿quién la recuerda ya?) en el Facebook. La tierra va a seguir girando, y los mares seguirán con sus mareas, pero el tiempo que tenemos es a veces tan efímero que merece la pena crear oportunidades y compartir este pequeño tiempo que pretendo que os toméis (yo incluido) para disfrutar del momento.

Sin nada más que escribir por ahora, os dejo, la persona más maravillosa de mi vida me necesita en este preciso momento, aunque ella por ahora… no lo sabe.

Rubén García Codosero

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Un comentario en «El origen de tus males»

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