No comparto, no estoy de acuerdo.
Hace pocos días me atreví a preguntar a un conocido paisano, ¿cuál era la razón por la que en estos 6 años no le había dado a un me gusta en mis redes sociales? Confieso que yo pensaba que la razón no era otra, que simple y llanamente la de no ser un usuario de las mismas. El típico perfil que se abre cuentas, pero después de la novedad, estas caen en el olvido. Pues nada más lejos de la realidad, veía y leía todo lo que escribo, como un lector de la prensa, pero que al no estar de acuerdo, pues no lo compartía. No comparto era su explicación.
Bien pudiera este argumento ser válido para un lector de prensa o un espectador de televisión, ¿Pero en redes sociales? Si la filosofía básica es la acción de compartir.
Decía hace poco Javier Elices (el creador de monetizados) que si tú puedes obtener un beneficio con tus acciones digitales y ellos no, directamente “pasan” de ayudarte. Y por esos lodos y para evitar estos barros, se ideó el marketing digital y sus técnicas. Formas de “camuflar” al lobo de la conversión “venta” entre los corderos de los followers. Como ya he dicho en otra ocasión, a Facebook le da igual que le des al botón de Me Gusta o no. A la todopoderosa y riquísima compañía le basta con que entres en su plataforma para saber, lo que te gusta y lo que no. Lo mismo que a Google.
Lo que sucede al margen de la labor marketiniana, es que los que utilizamos redes somos personas, y como tales hay cosas que nos aportan más que la venta. Y me estoy refiriendo a esa magia que tiene Facebook por ejemplo para saber de las vidas de otras personas, que por razones del día a día y nuestras circunstancias ya no están a nuestro alrededor, como por ejemplo ex compañeros, tíos lejanos, amigos de la infancia. Saber de ellos y darle a un simple me gusta de tarde en tarde, no es decir “Me gusta la foto de tu gato”, “Me gusta tus vacaciones en Cullera”, “Me gusta el seat León tuneado que te has comprado”. Darle un me gusta a esas fotos que poco o casi nada te aportan, significa llanamente, un “Hola Mario estoy aquí y me acuerdo de ti”, “Hola Nuria siempre te recuerdo, acuérdate del colegio”, “Fermín mi profesor, que duro eras, pero cuanto me enseñaste”, “Hola hermano/a, tía/o, primo/a, un abrazo”. Transmutar un no comparto a un TE RECUERDO, aquí estoy.
La vida es de una velocidad extrema, sometidos a actividades, trabajos y rutinas. Apenas hay tiempo para disfrutar de esas personas que merecen la pena en nuestra vida. Por eso la magia del me gusta, del Like, de recordar mediante un telégrafo digital a otras personas que estamos al otro lado y les recordamos, es al menos un minimizador de su añoranza. Y lo gracioso es que a Facebook le chafamos sus estadísticas. Se preguntará en su lógica digital, como a un alérgico a los gatos le gusta la foto de un gato, o como un conductor de un coche de alta gama, le gusta un seat tuneado, o como a un amante de los animales le gusta una foto de un torero. Los sentimientos humanos, no son medibles por las máquinas, pero los me gusta digitales, si son medidos por las personas.
Decía Arquímedes, dame un punto de apoyo y moveré el mundo y yo te digo, querido amigo/tía/primo/etc dame un Like de tarde en tarde y me harás feliz.
¿Estás de acuerdo?
Información Bitacoras.com
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