Niño Corriendo

La vida es una incidencia tienes toda la razón. Un mero traspies de un transportista que nos arroja de un cálido y cómodo envase, al duro y frío asfalto. Uno se levanta a duras penas, da unos pasos y cae de nuevo. Hace frío y el cordón umbilical se ha atascado en una farola herrumbrosa. No hay nadie que nos socorra, un pequeño cachorro esquelético de perro, nos olisquea pero se pierde rápidamente en un callejón que seguro que no conduce a ninguna parte. Lo peor que tiene la vida, es que no tienes un teléfono de atención al cliente, antes se solía ir a la iglesia, mezquita o sinagoga y uno dejaba allí sus quejas y plegarías. Lo que no veíamos, era el cartel escondido en la sacristía, que decía “No se aceptan llamadas a cobro revertido”

No nos queda otra que aprender a caminar, cortar ese cordón como podamos y esperar que cicatrice nuestro ombligo mientras caminamos hacia adelante. Hay personas que se pasan toda una vida, viendo como cicatriza el ombligo y cuando se dan cuenta, ha vuelto el repartidor y nos mete de nuevo en una caja de pino para quitarnos de la vida y darnos tierra.

Aprovechemos este breve periodo de tiempo, corramos, bailemos y gritemos. Si tenemos suerte, se transpapelará nuestra perdida del transportista durante muchos años y podremos vivir una vida plena. No pongamos reclamaciones, tiremos el móvil que viene en nuestro pañal, y perdámonos en el bosque de la vida. Hay muchos claros, cascadas, zonas sombrías, zonas de ensueño. Recorramos el bosque y que vengan a buscarnos. Si sabemos hacerlo, si sabemos vivir la vida, el repartidor tendrá trabajo para encontrarnos, si no, esto es un mero trámite, una incidencia de cualquier vida.

Que tú vida sea más que eso, ¡Corre!

Rubén García Codosero

Niño Corriendo

Por admin

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *