La edad de Sancho
A veces pensamos que la historia no va con nosotros. El tal Puigdemont, hace de Don Quijote y hasta parece una película de serie B. Mientras, la cosa va deteriorándose lentamente, y como tal parece que no pasa nada. Pero en la sombra y a hurtadillas se van marchando como los caracoles, nuestros derechos y nuestro estado de bienestar. Somos Sancho siguiendo el paso de unos lunáticos a plena luz del día.
Robar a manos llenas ya no escandaliza a nadie, ni que 2 personas del mismo sexo se besen sin ser rusos ante la cámara. Ahora solo nos conmueve, por lo menos a los aficionados al balompié es que el Real Madrid sucumba (y permítanme la redundancia) ante unos aficionados a Don Quijote del deporte rey.
Dolores Ibárruri Gómez podría dar alguna lección a más de uno/a, de lo que es la lucha, lo que es pelear para unas veces ganar y otras perder. Lo mismo que Eduardo Dato, que al final le tocó perder hasta la vida. Esto de activista de twitter es cómodo, pero como decía Julio César para conseguir la gloria hay que bajar a la arena.
A veces Don Quijote acierta
Pero a veces hasta el mismo Quijote, aunque fuera de casualidad, partía su lanza contra el ojo de algún gigante. Y esa astilla, en este país llamado España no deja que veamos el horizonte. No se cuantos años, casi décadas donde aquí no ocurre nada. De provecho para el país me refiero. Lejos de aquellas inauguraciones de metros, de aves, de autopistas, todo se resume a echarle el guante a un loco, y airear la ruina de quienes se sintieron reyes, y no eran más que unos ninot, en la falla de un barriada con las siglas del partido que te disguste.
Ojalá escuchemos pronto una voz en OFF, que como las películas de Tolkien nos anuncien: ¡Se terminó la era de don Quijote, empieza por fin la próspera edad de Sancho!