De vez en cuando es positivo acudir a nuestro puesto de trabajo, volver a casa o desplazarnos a un lugar de nuestra ciudad, simplemente andando. No digo hacerse veinte kilómetros andando, pero si bajarse un par de paradas antes o bien dejar el coche a unos 30 minutos de nuestro destino. Es una práctica saludable, no acta para personas cómodas o para aquellos que siempre andan con el tiempo justo en su vida. Pero si es recomendable para aquel que quiera vivir más plenamente el día a día y tener otras perspectivas.
Nuestro corazón y salud agradecerán ese paseo y nosotros podremos observar lo que ocurre a nuestro alrededor. Desde descubrir tiendas con encanto en las que nunca habíamos reparado, cafeterías especiales, o los negocios y servicios habituales de un barrio. Cuantas veces en un trabajo hemos necesitado de una papelería, de una farmacia o una pastelería para celebrar algo, y hemos tenido que ir al típico centro comercial bastante más lejos que la tienda de la esquina. ¿Cuántos sabemos que en la esquina hay una tienda?
Un dato a tener muy en cuenta es que el pequeño comerciante está especializado en su producto y vive exclusivamente del mismo, mientras que el empleado de una gran superficie tiene un contrato por meses y en la situación actual, vete tú a saber. Con este dato y sabiendo que el trato de una tienda es superior a un centro comercial (el producto a veces es el mismo, pero cada vez más se nota una tendencia al producto de más calidad como elemento diferenciador), ¿Cómo es posible que el gran público siga acudiendo, al “Corte Clon”, “Carrefures, Alcampos y Mercadonas”? Si fuéramos conscientes que la riqueza se genera verdaderamente gracias a las tiendas de barrio, hace tiempo que estos centros serían otra cosa. Pero claro nos ofrecen parking gratis y los mismos productos que pudiéramos encontrar en el barrio centralizados en un lugar y lo incorporamos a nuestra rutina.
Pero el motivo de este post no es de atacar a la rutina de la gente. Si somos felices comprando donde siempre, ¿para qué quitarnos esa felicidad? ¿Quién necesita explorar y conocer lo que nos rodea? ¿Qué nos importa el tendero de barrio, si al fin y al cabo bastante tenemos ya con lo que tenemos?
Es curiosa la inversión millonaria de Facebook y google + para saber los gustos de la gente y aficiones, cuando antes el tendero de barrio sabía el chóped que nos gustaba y de que pie cojeábamos, pero somos así de avanzados y así nos va.
El motivo de este post es dar un tirón de orejas de marketing a las pequeñas pymes que residen en nuestro barrio. Lo quiero ilustrar rápidamente con una fotografía realizada en uno de mis paseos.
Me encontré con una furgoneta que llevaba rotulado su servicio en tipografía negra. Me llamó mucho la atención su frase “Registradoras y Terminales Adaptados al Euro”. ¿Adaptados al Euro? ¿Llevamos trece años de euro y estos profesionales de las cajas registradoras mantienen el mismo eslogan? Si en este preciso momento tuviéramos la necesidad de comprar una caja registradora y buscáramos en google o en las páginas amarillas (todavía existen), veríamos varias empresas que ofrecen este producto. ¿Nos decantaríamos por la empresa de la furgoneta? ¿Una empresa que no actualiza su eslogan de 13 años? Para vender o comprar cajas registradoras no creo que se necesiten grandes conocimientos, por lo que lógicamente iremos llamando a todas las empresas para quedarnos con el presupuesto más barato. Pero estoy completamente convencido que una buena frase diferenciadora hubiera influenciado nuestra decisión. Por ejemplo “Registradoras y Terminales adaptados eficazmente a su negocio” o la españolada frase “El rey de las cajas registradoras”, podrían hacernos aceptar un presupuesto más caro que la competencia simplemente porque nos está transmitiendo más seguridad y más calidad. Todos buscamos productos y servicios baratos, pero si nos convencen que por unos pocos euros más vamos a tener algo mejor, nos gastaremos esos euros con todo el gusto del mundo. Simplemente es un cambio en la percepción de nuestro producto para que el cliente nos vea de otra forma.
Y esto es útil para pymes, emprendedores y freelance. Ya no vale hacerse las tarjetas de visita clásica, o poner un cartelón en tu escaparate. Se trata de hacer marketing y vender de manera personalizada nuestro servicio o negocio. Y nadie mejor que uno mismo para venderse.
Y no me vale que las grandes empresas tengan grandes presupuestos de marketing. Porque ellas tendrán el dinero, pero están a su vez muy atadas a sus políticas corporativas y prejuicios del pasado. La pyme tiene total libertad para innovar y apostar por su idea sin ceñirse a normas obsoletas.
Termino recordando a una antigua panadería que existía en mi barrio. En el escaparate tenían una montaña de magdalenas y un cartel que decía, “Las magdalenas que desayuna Sofía”. Y aunque mentalmente nos venía a la mente la imagen de la reina Sofía, Sofía realmente era la hija del panadero. Todos en el barrio sabíamos de esas magdalenas y seguramente alguien se las llevó a su trabajo para desayunar ese día con una sonrisa emulando a la reina.
Ojalá que pronto recuperemos ese humor y esa diferenciación tan nuestra y nos dejemos de ese marketing norteamericano sin alma que nos hace creer internacionales y “modernos”.
-Siempre es simpático el que triunfa. Pío Baroja
Seamos simpáticos.