La carcasa de los necios

La carcasa de los necios

Acordes de notas gastadas, en el hemiciclo de sus señorías. Yo no juego, no vale, tu la llevas, me lo has roto…. ¡Señorías orden! Aquí no se debate sobre sus posesiones, de su valía y de su derecho a llevar la batuta. Aquí se habla del presente de millones de personas que insuflan aliento todos los días en las venas de este país. No es un patio de colegio, es el pasado, el presente y el futuro de una nación. ¿Sabe lo que significa? Pues que vamos todos en el mismo barco. Y los enemigos de uno lo son para todos. Solo puede haber un capitán, un timonel y hasta un cocinero. ¿Qué a veces la letrinas huelen mal? ¿Qué la pólvora reseca la garganta? ¿Qué tienes callos en las manos de limpiar la cubierta? Pues como en cualquier navío si no trabajan se les dejará en un bote con víveres y allá encuentren ustedes islas en las que gobernar. Que este buque llamado España, navega ya demasiado tiempo a medio trapo, y sus señorías han confundido el parche del pirata con las gafas de ver de lejos. Hacemos agua, el barco escora un día a la derecha y otro a la izquierda. Mientras los mercados internacionales con su disfraz de escollera, simulan ser delfines, ser mil atajos, ser islas de las maravillas. Pero su afilado coral ansia desgarrar nuestra cubierta y apropiarse de nuestro oro, de nuestra riqueza y ya de paso de las almas de los infelices.

España un barco con diferente anclas, con un viento que no flaquea y la tripulación que ve estupefacta, que vemos anonadados como se tensa la cuerda, como ruge la madera, como se debilitan los pernos, como se pudre la bandera. Si no funciona más que la ley del pirata, ¿Por qué no desempolvamos la más ancha pasarela y pasamos por ella a todo aquel que quiere ser más que el viento

Un país, un capitán, aunque débil un líder de medio pelo, que por lo menos sepa esquivar esos arrecifes que cada vez están más cerca. O bien la ley de los hombres y de la mar, y que Neptuno de una vez nos de la salida de esta carrera desde hace años tan baldía.