La manzana fruto del pecado original es ahora el recordatorio de una afamada marca de teléfonos, pero también fue un símbolo del paraíso. Ese que siempre añoramos y que a la menor ocasión, cuando estamos en un lugar especial nos autorretratamos con el aparato de la manzana o similares. Autoretratos que ahora se llaman selfies como el de Velázquez en las Meninas hace 368 años. Porque no nos engañemos, autorretratarse con la manzana a uno le da cierta sensación de ser diferente.
Diferente como lo es la Mona Lisa, ella siempre es la misma, solo difiere el paisano que sonríe mirando a su teléfono. Mujer u hombre venido de los más dispares lugares para hacerse ese selfie que nunca ha de olvidarse. Pero claro el icloud es a veces un pozo sin fondo donde cabe todo. La Mona Lisa, Velazquez, la foto en la playa o aquella fiesta de verano con los amigos.
Selfies
De selfies sabe mucho la torre Eiffel, que hecha de menos y no lo sabes cuanto a aquellos flash de fósforo que impregnaban el momento en una película en blanco negro. Esos retratos que ayudados por el fosfeno pasaron toda una vida decorando paredes de comedores, salas y hasta dormitorios.
El almacenamiento del smartphone lo es todo, como he dicho una biblioteca de Alejandría donde se almacenan nuestros recuerdos. Recuerdos que una vida moderna como la nuestra, rara vez te hace volver a verlos. Quizás en alguna ocasión como un vuelo, o mientras viajas en un tren al atardecer, o en una sala de espera. También en esos lugares, donde la falta de cobertura nos devuelve a la vida y echamos mano de nuestra manzana o del Android que toque y volvemos por unos momentos a esos recuerdos.
Estampa
Hace unos sábados tuve el honor de asistir a la última edición de Estampa. ¿Un honor te preguntarás? Si un honor porque entre las cientos de actividades que brinda este país para un fin de semana, o las miles que ofrece el planeta, solamente hay una posibilidad de acercarse a ver la vida desde el otro lado del selfie.
Cientos de obras se aglutinan, esculturas, cuadros, composiciones. Y es que mientras el mundo gira sin recuperar el aliento, en este tipo de eventos es cuando te metes dentro de tu espacio icloud, drive o dropbox si me lo pides. Por un momento, mientras dura la visita puedes ver, observar a la vez que te observan las obras; si es cierto hay obras que te observan. Y porque no, pasas a ser parte de ellas, a esa Mona Lisa que mira a través de las personas y solo ve lo bueno.
Pocos teléfonos fotografiaban las obras en Estampa, aquí no es como ir a un concierto y que un mar de pantallas inunde el horizonte, se trata de ver y sentir. Mis conocimientos de microservices, docker, swift, kotlin, angular, java y otros se pusieron frente al Hiperrealismo, Abstractismo, Surrealismo, Expresionismo, Impresionismo, Cubismo, Fauvismo, Expresionismo Abstracto, Pop Art, Fotorrealismo. Y como diría un buen anfitrión, les dejé entrar, pasando mis skills a segundo plano.
Comprar arte, disfrutarlo en tu casa, es quizás como esa antigua foto de Eiffel. Al llegar a casa, al levantarte, al tener un no muy buen día, o tener el mejor día de tu vida y contemplar en tu hogar la nueva obra adquirida, o aquella que compraste en otra ocasión. ¿Dónde estabas, con quién estabas? El recuerdo de un familiar, de una amistad, de un nuevo proyecto, de aquel éxito o aquel viaje, o tal vez una sensación. ¿Qué te llevó a adquirir aquella obra? Llevándolo a mi terreno ¿por qué elegí aquel o este lenguaje u otra tecnología? Al final y al cabo somos partners de la vida, sabemos lo que queremos y hacia dónde vamos. Y porqué no, el arte ha de acompañarnos todo el camino. Decía Enzo Ferrari que si inviertes en belleza, la calidad de tu trabajo aumenta, ¿por qué no trabajar rodeado de belleza?
Cosas buenas y positivas. Un mal programa te da más de un quebradero de cabeza, un mal cuadro te puede tapar un feo de una pared, o el desconchón inoportuno. Pero seleccionar tu manzana, la obra que te inspire, motive o regocije, te recordará que formas parte de ese paraíso. Somos nativos analógicos por nacimiento y de por vida, disfruta con todos tus sentidos de una obra física, ya verás que aunque se vaya un día la luz, nada te impedirá disfrutar de tu momento.
Vive.