Nos acercamos a las vísperas del día de santos. En dicha víspera, por lo menos en lo queda de la España dividida generacionalmente, una parte se santigua y recuerda a sus seres fallecidos, y la otra se disfraza de ser de ultratumba o primo de Stephen King. El día a día de un emprendedor es algo así. Te explicaré con más detalle.
Ya sabes que hay dos generaciones conviviendo juntas. La digital y la analógica y sin entrar a valorar los pros y los contras de cada parte, me centro en lo referente a los negocios. En la España analógica cualquier acuerdo comercial se sellaba con un apretón de manos y el sello de la palabra. Ese sello se fue resquebrajando según avanzaba el progreso. La palabra, el ser buena persona, excelente profesional y tener predisposición, actualmente te puede dar más sustos que tratos. El mejor dicho o refrán Español para este acto, sería algo así como “Donde dijo digo, digo Diego”. O lo que es lo mismo, no me interesa o me convence y no te pago.
Imaginemos
Imaginemos unos siglos atrás, al capataz de un castillo. O le pagabas por su trabajo, o te caía un palo, teja o almena por accidente. Los trabajos se pactaban y si querías un foso de cocodrilos, te hacían un foso de cocodrilos. Si querías elefantes, lo hubieras dicho antes, por los abrevaderos, empalizadas o espacio a utilizar.
En el mundo actual, de servicios digitales, consultorías, formación la cosa ha cambiado. Me formas, me das consejos, me haces auditoria o coaching y no te pago. Como todo el mundo es coach, community manager, programador, o pintor de brocha gorda pues eso, no te pago. Y como no tenemos cocodrilos, almenas que derrumbar sobre el buen cliente, te quedas sin cobrar y a otra cosa. Porque eso de que te paguen con promociones en desiertos de hambrientos de ideas, por lo visto no llena el estómago. Es el truco o contrato ganando siempre el primero.
Por lo tanto si no tenéis un buen abogado, o un buen consejero en vuestro coworking, gestoría o “cuñado” al tanto de leyes, buscar en internet modelos de contrato. Las palabras se las lleva el viento, o haciendo un guiño “se las come el cocodrilo”. Pero un contrato en papel ante un juez es una decisión clara para el mismo.
Nuestro tiempo es finito y valiosísimo. Nos seguimos formando todos los días, damos lo mejor de nosotros y nuestro valor es incalculable. Lamentablemente tenemos que hacerlo competitivo y darle un precio. Tus noches de estudio, horas de trabajo, años de soportar jefes, profesores, compañeros tiene un precio. Y la razón para que nadie se aproveche es un simple contrato entre las dos partes.
Si no lo aceptan, ganas tú y si lo aceptan ganas tú igualmente. Todo lo contrario es “truco” y la verdad es que no estamos para muchos trucos, sino para muchos hechos.
Feliz o tranquilo día de difuntos y recuerda a la muerte, ya que ella sí que lleva nuestro contrato bajo el brazo. Disfruta la vida y protégete con contratos, no pierdas tú tiempo y no juegues jamás a truco o contrato.
Información Bitacoras.com
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