Excalibur

¿Muerto el perro se acabó la rabia?

Ya está, se acabó, se mató al perro y se acabó la rabia. Pero no han especificado que rabia se ha acabado. ¿La rabia de las familias por no llegar a fin de mes? ¿La rabia de los parados de larga duración? ¿La rabia de los pequeños negocios cuando pagan impuestos asfixiantes sin contraprestaciones? ¿La rabia de los pacientes y sus listas de esperas, de los desahuciados por las hipotecas, de los profesores de la ESO, de los transportistas, de los agricultores, de los pilotos?

Dicen que Excalibur era una espada mágica que otorgaba a su portador, la capacidad de gobernar un país y su mesa redonda. Noble nombre para una gran historia de honor, deber y coraje. A golpe de eutanasia veterinaria no solo se ha acabado con un can digno de un reino para sus dueños, se ha acabado con la inteligencia y la gran capacidad humana.

Si a un problema grave damos carpetazo y salimos corriendo, el virus del ébola bostezará y seguirá buscando tranquilamente huéspedes a quién jorobar. Si el bueno de Excalibur nos daba la oportunidad de conocer a tan malvado inquilino, la fría orden de un despacho, nos ha cerrado la puerta del conocimiento.

Espero que el buen Excalibur al cerrar sus ojos pensara que iba a tener un plácido sueño. Al menos nos deja a nosotros esta continua pesadilla de país, al que parece que ningún despertador nos va a sacar del sopor y la butaca. A otro perro… con ese hueso.

¿Quién era Excalibur?

Excalibur era el perro de la insensata enfermera, contagiada por accidente por el ébola en Madrid y que tuvo la osadía de callárselo. Como castigo se sacrificó a su perro para evitar que la enfermedad mutara. A día de hoy desconocemos la suerte de esta temeraria, y esta vez como sociedad, tuvimos suerte de evitar una nueva peste en Europa.

Rubén García Codosero

Excalibur
La estupidez humana no tiene fin.

Por Rubén García Codosero

Escritor y programador o viceversa.

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